viernes, 4 de junio de 2010

Un día gris

Era un día gris como todos los días en donde el azul de tus ojos se esconde de mi mirada.
Lo intenté, juro que intenté borrarte de mi mente, mas esa nostalgia trémula no dejo de soslayar el resabio de los besos que alguna vez fueron míos.
Besos que la borrachera empañaba con su bufanda de sentidos excitados que aborrajaban las comisuras de mis labios confundidos por el hedor de tu sudor sobre un cuerpo que ya no era el mío.
Absorbida por el fulgor de nuestros cuerpos enredados decidí matar lo poco que quedaba de tu sentir mas era la única salida para tanto dolor agravado por el llanto de esos ojos que no miran más que la oscuridad de la noche.
Obscena noche que recoge las deshilachadas palabras que nombran tu partida del día de mañana. Aunque te fuiste tu olor quedó para hacerme recordar que sigo viva sin vos.
Vivir es una manera de decir porque a estas alturas no hay pena más profunda que saber que una vez te tuve entre mis brazos y un día te fuiste para no volver nunca más.
Maliciosa bondad la de los recuerdos enardecidos como llamas en el desierto de mi mente que no hacen otra cosa que sucumbir en el pecado de pensarte sin pretender reencontrarte a la vuelta de una esquina un día gris como tantos otros. En donde perdida camino sin rumbo, deambulo como sonámbula por tratar de hallar alguna manera de cruzarnos sin prisa para no volver a perderte entre piadosas despedidas, que sólo enceguecen mi ser.

1 comentario:

  1. Muy bueno anita! me hizo recordar al tango "En esta tarde gris". Deberias escribir letras de tangos ;)

    ¡Qué ganas de llorar en esta tarde gris!
    En su repiquetear la lluvia habla de ti...
    Remordimiento de saber
    que por mi culpa, nunca,
    vida, nunca te veré.
    Mis ojos al cerrar te ven igual que ayer,
    temblando, al implorar de nuevo mi querer...
    ¡Y hoy es tu voz que vuelve a mí
    en esta tarde gris!

    Ven
    —triste me decías–,
    que en esta soledad
    no puede más el alma mía...
    Ven
    y apiádate de mi dolor,
    que estoy cansada de llorarte,
    sufrir y esperarte
    y hablar siempre a solas
    con mi corazón.
    Ven,
    pues te quiero tanto,
    que si no vienes hoy
    voy a quedar ahogada en llanto...
    No,
    no puede ser que viva así,
    con este amor clavado en mí
    como una maldición.

    No supe comprender tu desesperación
    y alegre me alejé en alas de otro amor...
    ¡Qué solo y triste me encontré
    cuando me vi tan lejos
    y mi engaño comprobé!
    Mis ojos al cerrar te ven igual que ayer,
    temblando, al implorar de nuevo mi querer...
    ¡Y hoy es tu voz que sangra en mí,
    en esta tarde gris!

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