viernes, 4 de junio de 2010

La soledad

No puedo más, quiero que este pesar llegue a su fin. La infinitud de mi desesperanza aturde los ecos que persiguen una salida, un escape. Algo debe pasar, algo que deje una marca indeleble, una marca que me haga saber que sigo respirando, que mi pulso no se ha agotado.
Soledad aplastante, demoledora de muros que se reconstruyen en un circulo perpetuo, procurando la oscuridad de mi mente, de mis pensamientos que se enceguecen con la luz del día, entonces escapan de ella como huyen de la noche, porque no hay lugar posible para el dolor, para la ausencia del otro, para la desaparición de mi misma.

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