viernes, 4 de junio de 2010

La despedida

Era tarde, demasiado tarde para una despedida. El auto había partido temprano, y yo inmóvil sin poder decirle nada, sin un abrazo sentido me había quedado, sin palabras para recordar.
Todo era como siempre pero distinto, porque él ya no estaba a mi lado, no lo estaría nunca más. Sin pensarlo las lágrimas comenzaron a deslizarse por mis ojos opacando el brillo del atardecer tardío que por la calle caía sin prisa. Como caen las hojas de otoño cuando les llega su tiempo, como enmudeció mi pensamiento cuando dijiste que no volverías.

1 comentario:

  1. cuando uno se despide asi estoy de acuerdo!! porque cuando uno llega a ese momento de la despedida... es por algo y no hay nada que decir...

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