viernes, 4 de junio de 2010

El nacimiento

Pilas y pilas de basura desparramadas, desordenadas por toda la casa. Imposible de habitar. Ella no pudiendo desprenderse de las enmarañadas cosas que sin necesitarlo ocupaban un lugar en cada rincón, a cada paso se tropezaba con ellas.
Días perdidos, tachados del almanaque por culpa de no poder salir de ese estrepitoso lugar. Estrepitoso porque salen ruidos por todas partes, pareciera que algún ser extraño se engendró y está con ganas de nacer.
Ella todavía no lo sabe, lo presiente, pero no lo sabe. Los recuerdos son maletas muy pesadas para tener abiertas durante tantos años. Ella dice poder hacerse un lugar entre tanta mugre, tanto pasado no vivido, artificialmente sobrevenido. Lo peor es que no porta pasaporte de regreso, se ha convertido en un laberinto ilógico, que sin salida la deja suspendida entre días pasados turbados por el dolor y la asfixia.
Pronto algo debe cambiar, se debe producir ese giro que tanto espera sin desesperar, porque hoy al pasar la vi recorrer con nostalgia un camino de cenizas, producto del fuego que aquella criatura gigante hizo al nacer. Ya nada queda sólo ella y esa cosa sin nombre que de vez en cuando se acuerda de amamantar.

2 comentarios:

  1. Hola, Ana. Estuve leyendo varios relatos. Éste es el que más que gustó.
    Felicitaciones y bienvenida al mundo mundo blogger!

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  2. lo mismo digo.. este relato es muy lindo

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