viernes, 5 de agosto de 2011

Entre milongas y mal de amores...



Una noche como tantas otras Martina fue a milonguear a la Chamuyera. Entre paso y paso, reboleo de piernas, piensa que el día no alcanza para bailar al ritmo del dos por cuatro. De fondo tararea Gardel y la remonta a tus ojos avellanas tristes que decidieron partir para nunca más volver. La melodía concluye.
Elige una mesa, se sienta, y pide una botella de vino malbec. La copa guarda los secretos del viñedo de Mendoza, que lo vio nacer, a la vez que atesora sus lágrimas derramadas por un amor que no pudo ser. El vino es su interlocutor, su doble que responde, indaga su pasar atormentado de recuerdos. No logra escucharlo, comprenderlo, el vino se derrama sobre su pollera blanca. Ahora es parte de su disfraz, cubre su cuerpo, acaricia su piel cansada de militar por tu amor fallido.

Todo era como siempre pero distinto, porque él ya no estaba a su lado, no lo estaría nunca más. Sin pensarlo las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus ojos opacando el brillo del atardecer tardío que por la calle caía sin prisa. Como caen las hojas de otoño cuando les llega su tiempo, como enmudeció su pensamiento cuando dijiste que no volverías.
No puede más, quiere que este pesar llegue a su fin. La infinitud de su desesperanza aturde los ecos que persiguen una salida, un escape. Algo debe pasar, algo que deje una marca indeleble, una marca que la haga saber que sigue respirando, que su pulso no se ha agotado.
Soledad aplastante, demoledora de muros que se reconstruyen en un circulo perpetuo, procurando la oscuridad de su mente, de sus pensamientos que se enceguecen con la luz del día, entonces escapan de ella como huyen de la noche, porque no hay lugar posible para el dolor, para la ausencia del otro, para la desaparición de si misma.
La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje. La soledad sería esta melodía rota de mis frases.[i]
Se piensa en soledad, en silencio… No puede alcanzarte, apresarte, estas demasiado lejos todavía.
Como en un hueco ensordecedor está sin un pensamiento que no seas tú. Su mente te recorre por tus espacios vacios que dejaron un amanecer sin sol. Se despierta entre sombras que tu recuerdo tejió sobre la manta que abriga sus inviernos.
Se siente en soledad, en silencio… Algo ha permanecido inerme al paso de los años.
Como en un solsticio habita su ser alado por permanecer en un tiempo pasado. De nada vale lo invertido en caricias que se esfumaron en el rincón del olvido. Su cuerpo ya no se reconoce, no siente la soledad que mora en la piel arrumada de tu nombre.

Pensar que en un tiempo conoció un cuerpo enaltecido por los silencios de una pasión sin frenos, sin escape. Un cuerpo envuelto por el fulgor de tus labios que recorrían milimétricamente cada espacio hasta hacer un peregrinaje por sus caderas exaltadas. Los labios torpes, sin límites, ni horarios cambian la sintonía de tu voz que en silencio pide a gritos una caricia. Caricias que se imprimen en la piel hasta hacerse aparecer por el afligir de una despedida sin adiós. Mentiras que recubren tus manos que se escabullen por el cerco de una plegaria hecha a los santos para que el día de mañana, tú ser siga perpetuando el olvido sin recuerdos entristecidos.

Las piernas entrecruzadas haciéndose uno en la sincopa de una melodía sin acuerdos previos, sin miramientos por la figurabilidad de un ser que se esgrimió en un llanto de placer. La desnudez congelando un desierto de sensibilidad, llevando hasta lo imposible el sudor de tu cuerpo jadeante, que devora la cama por venir a un encuentro furtivo entre dos desconocidos que se abrazan en la noche desértica de una mirada distante, que se aleja de las cosas. Sin un final predecible se esconde el abanico de sentimientos que esparcen por la habitación un sabor amargo a despedida.
No se puede gozar con un cuerpo prestado, no se puede gozar cuando un cuerpo es regalado, no se puede tener un cuerpo cuando lo invade la angustia de no ser para otro más que un pedazo de carne.

Otro palíndroma inmortaliza tu ausencia, convertida en un azar nada, para desplegar tu obscuridad enaltecida por el fantaseo inconsistente de un juego de palabras que recupera un Adán desmenuzado por los pecados de un amor desenfrenado, acribillado por atar rata, Satarsa peregrina tu cuerpo inmaculado, apropiándose de tu olor a sexo desgastado por otras pieles transparentes que se retuercen en el sin fondo o sin caída de los besos que martirizan…
Cuidado con las palabras
                                                                                                   (dijo)
                                                                 tienen filo
                                                                te cortarán la lengua
                                                                                              cuidado
                                                              te hundirán en la cárcel
                                                                                           cuidado
                                                            no despertar a las palabras[ii]

Entre balbuceos repite que su corazón está astillado, amarrado en un puerto sin salida posible, enmarañada de pensamientos se aquieta sobre su confortable cama. Hace el intento de quedarse dormida pero de repente la invaden una serie de pensamientos, de ideas que leyó hace tiempo en un libro de cuentos. Alguna dice así: (…) estaba viva y crecía y la flor iba muriéndose y eso también era la vida, sobre todo eso la vida: una agonía desde el principio con algo de esplendor y bastante tristeza.[iii]

Extranjera ajena, irreconocible en el espejo que le devuelve una imagen difusa, colmada de malestar que corrompe sus sentimientos, traumándola, resucitándola con cada suspiro, con cada gemido inventado por los viejos tiempos. Discurrir de un discurso estrafalario, loco, incoherente, retorcido, maléfico. Su decir se escabulle hasta sucumbir en la lápida de un pasado mejor, de días extraños que fueron felices acompasados por la musicalidad de un lamento boliviano que un día se perdió.

 (…) nunca es eso lo que uno quiere decir
la lengua natal castra
(…) (todo lo que se puede decir es mentira)
el resto es silencio
sólo que el silencio no existe
no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia[iv]
Suena el timbre, Martina no imagina quién puede ser a esta hora, con este frío de invierno. Hace un esfuerzo, se levanta de su cama y se dirige a la puerta, pregunta quién es, pero no recibe más respuesta que otro timbrazo que la aturde. Vuelve a repetir la pregunta en un tono más severo y como respuesta esta vez, escucha un hilo de voz que le pide que por favor le abra la puerta, que afuera hace mucho frío y que tiene la imperiosa necesidad de hacerle algunas preguntas sobre una persona que ha significado mucho en la vida de ella. Reconoció aquella voz tenue como la luz de la noche, abrió la puerta y Esteban entró sigiloso, como escondiéndose de quien sabe quién. Ella le ofreció una taza de té que él aceptó gustoso.
_ ¿Te acordás de aquel verano en la playa de Puerto Madryn  cuando conocimos a…?
_ Sí, lo recuerdo perfectamente. Sé a quién te estás refiriendo Esteban, es mejor no nombrarlo, porque la verdad es que estas últimas noches no pude pegar un ojo pensando en él. Realmente no sé cómo pude sostener y engancharme en una relación que nunca fue sana para mí, que me cubrió de malestar y muy poco placer.
_ Yo te lo advertí amiga, pero como siempre no me hiciste caso. Apostaste por algo que no tenía ningún tipo de futuro a sabiendas, ese fue tu error, tu grave error.
_ Bue, no importa, dejémoslo mejor así. ¿Por qué preguntabas eso? No entiendo cuál es el sentido la verdad.
_ Porque hará una semana me enteré que él había desaparecido, dejando a toda su familia abandonada, sin un peso, a su empresa sin ningún tipo de aviso, sus empleados desesperados no sabían qué es lo que debían hacer. No hay rastros de él por ningún lado. No atiende el celular, no se conecta a ninguna red social, un misterio. Me pidieron si vs tenías alguna noticia, como para poder entender qué es lo que le pasó a este pibe.
_ No, la verdad es que me sorprende lo que me contas, no sé nada de él desde que nos separamos, ningún mensaje, ningún llamado, ningún mail, nada de nada.
Se quedaron en silencio, pensando posibles razones de la desaparición de Bautista. No sabían por dónde comenzar a enhebrar esta historia extraña. Se devanaron los sesos Bautista se había convertido en un exiliado de su propia vida. Que de repente había dejado todo, para comenzar de nuevo, en otra ciudad o hasta en otro país alejado como el reino de nunca jamás. Era una posibilidad, lo raro era que no se había comunicado con su hija a quien adoraba con locura. Eso sí que era difícil de entender. Lo demás no, todos nos podemos hartar de nuestra vida y hacer la prueba en otro lado, con otros personajes que nada sepan de quienes fuimos y qué fue lo que hicimos. Martina reconoce que incluso ella, al separarse de Bautista lo pensó, sólo que no tomó el coraje necesario para hacerlo.
Ya eran las dos de la mañana ambos al día siguiente trabajaban así que Esteban se despidió, quedaron en que cualquier novedad que alguno de los dos sepa, se la iba a comunicar al otro de forma inmediata.
Otra noche más que Martina no pudo dormir, ya que no paró de pensar en Bautista, no podía creer nada de lo que le había contado su amigo.
A la mañana siguiente mientras preparaba su desayuno, sus narices se impregnaron del perfume de Bautista, nunca le pasó nada igual. No se lo podía sacar de encima, se bañó en su perfume y no hubo caso, el otro se había como instalado en sus orificios nasales, esto producía un estremecimiento en todo su cuerpo.

Mentirse nunca es una buena opción, uno puede a llegar a armar ilusiones – alucinaciones que empañan nuestros sentidos. Esto le pasó a Martina, nunca creyó en que no vería más a Bautista, estaba segura que uno de estos días el iba a golpear su puerta nuevamente. Pero esto no sucedió jamás. La realidad más triste nunca nos devuelve el mirar de unos ojos enamorados, ni el calor de un abrazo consentido, eso nunca pasa.

Bautista:
                Como empezar esta carta, que en realidad es una demostración del amor que tengo. Apenas te vi en aquella foto, me imaginé a tu lado. Cuando empezamos a chatear saboree el encuentro de dos almas que se conocen. Apareciste sin siquiera saberlo, apareciste inundando todo con la miel de tus labios. Suponiéndote a mi lado, pude soñar que la realidad me había regalado el manantial de tu cuerpo aferrado al mío.
                Tus ojos brillan tanto que su luz ilumina todo a su alrededor. Encandilan de a ratos, si los miro fijamente, como si estuvieran prohibidos a la mirada furtiva. Cayendo el día te veo acariciar mi cuerpo con tus manos que recorren cada rincón de mi piel. Me siento estremecer cuando te precipitas y sobre tu lecho repiquetea el sudor de nuestros cuerpos.
                Me gustaría poder besarte, poder abrazarte, sentirte nuevamente dentro mío, para saber que no te fuiste, para creer que no te has ido. Solo imágenes vienen a mi mente apaciguando el tormento de no tenerte a mi lado. Porque sin pensarlo, un día te marchaste y fue lo más desagradable de esta historia ya que se empezaba a desdibujar como lo que se escribe sobre la arena. Sólo que tu recuerdo me acompaña por las noches cuando desvelada me despierta el perfume de tu ser.
                Me tengo que ir despidiendo pero no tengo ganas de hacerlo, porque así por lo menos te tengo en el papel, es una pena que todo ya haya terminado, aunque para mi vos sigas estando muy presente.
                Te dejo un beso grande y un fuerte abrazo.
                Te amo y siempre lo haré.
Tu Martina.

Hasta que un día como pocos comenzó a escribir algo sobre la arena pero el viento furtivo lo hacía desaparecer rápidamente, eran instantes fugaces lo que duraba cada pincelada. Sin más lo siguió intentando, dejando zambullir sus palabras en el mar que sediento iba en busca de más. Parecía un juego sin finalidad pero lo escrito perdura en la lectura de quien quiere recordarlo, así que más tarde sobre papel volverá a estampar aquellas historias que la playa le prestó. Unas gaviotas revoloteaban haciendo acrobacias acompañando su escritura como un festín que la tarde invitaba.
Fue maravilloso la experiencia de lo efímero, de lo que se borra sin poder capturarlo más que en sus pensamientos, de la arena en blanco que cobija nuevas narrativas que el mar absorberá en su inmensidad  mientras ella pensativa intentará acariciar la posibilidad de un cuento que está por nacer.



Analía Rossi


[i] Alejandra, Pizarnik: Poesía (1955-1972) Editorial Lumen, Pág. 271.
[ii] Alejandra, Pizarnik: Poesía (1955-1972) Editorial Lumen, Pág. 307.
[iii] Valenzuela, María: Cuentos completos y uno más. Editorial Alfaguara, Pág. 142.
[iv] Alejandra, Pizarnik: Poesía (1955-1972) E 3vditorial Lumen, Pág. 398-399.

3 comentarios:

  1. Genial composicion ! Ani !
    me hubiera gustado en lugar de "marca" ,
    huella o cicatriz.
    que andes bien

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  2. gracias cris!!! lo voy a tener en cuenta p la proxima :)

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